Aún recuerdo el sabor de tus labios…
saben justo a lo que siempre supe que sabían.
Saben a paz e inocencia, saben a magia y a aventura,
saben a luz y oscuridad, saben a sol, saben a luna…
saben al primer amor, saben a treinta y tantos.
Tu nombre es el más bello que jamás escuché,
que difícil es gritarlo en silencio… ahullarlo en mi mente,
que difícil es ahogarlo en la entraña.
Su caminar era lento y tímido,
su corazón era salvaje y arrebatado…
ella era al mar en un vaso de cristal.
Catorce de febrero, día de flores y chocolates.
Pero ni tú ni yo somos de rosas o trufas con almendras,
somos más bien de besos húmedos, mordisqueo de labios,
de poemas sucios e insensatas fantasías.
Los chocolates son para los niños y las ilusionadas,
tu y yo somos de miradas directas y de fotos indecentes.
Luna mía… blanca, callada, serena y mustia.
Luna mía… sensual, risueña, alegre y apasionada.
Luna mía… la de labios rojos y cabello desprolijo.
Te espero donde mismo, en nuestras noches de soledad y desenfreno.